Código: B-CAS-157
Comunidad: Cataluña |
Provincia: Barcelona
Municipio: Barcelona |
Localidad: Barcelona
Monumentos militares: Muralla urbana, recinto amurallado
Importante conjunto de murallas construidas en el siglo IV para defender la ciudad de Barcino, se conservan tramos y torres en las inmediaciones de la catedral.
Las murallas romanas de Barcelona se encuentran en la capital provincial del mismo nombre. Puede encontrarse importantes restos en la plaza Nova y en la avenida del Parallel.
La muralla romana de Barcelona, construida probablemente a finales del siglo IV, convirtió Barcino en uno de los más impresionantes recintos fortificados del occidente romano. La pequeña ciudad se había transformado en una auténtica fortaleza que hizo que, usurpadores como Máximo (a inicios siglo V), o reyes visigodos como Ataulfo, la hicieran su capital.
Fueron tan útiles estas murallas que defendieron la ciudad durante más de 600 años y quizás gracias a ellas Barcelona es la capital de Cataluña. Muchos historiadores las consideran como la fortificación provincial más importante del occidente romano.
Su perímetro es de unos 1.350 metros, y forra la antigua muralla del momento de fundación romana de la ciudad. Barcelona era conocida como la ciudad coronada, ya que disponía de 74 torres cuya distancia no sobrepasa los 8 metros y frecuentemente sólo lo es de 6, excepcionalmente en la Plaça Nova, en la que algunas torres están separadas unos 10 metros. Las torres generalmente son de planta rectangular, aunque las que protegen las puertas son semicirculares e incluso hay una de forma poligonal. Su altura es de 18 metros y su anchura de 5'5 a 6 metros, por lo que el paramento exterior casi alterna en la misma distancia los espacios con torre con los espacios de muralla.
Las torres eran dos pisos más altas que el camino de ronda de la muralla, y en su parte superior disponían de ventanas de medio punto en cada uno de los pisos, que permitían el uso de las máquinas de guerra romanas.
Contaba con 4 puertas, correspondientes al Cardo y el Decumano, las dos calles se que entrecruzan en la actual Plaza de Sant Jaume, donde se situaría el centro de la ciudad o foro romano, aunque el mercado se encontraba en la actual Plaza del Rei a tan solo unos metros. De estas 4 puertas se conserva parte de una de ellas en la calle del Regomir, junto a la catedral.
Para ver las murallas en su totalidad habría que destruir todos los edificios de la calle de la Palla, la calle de la Boquería, la calle de Avinyo y la calle del Correu Vell. Por el contrario, la calle del Subteniente Navarro, junto a la Vía Layetana, muestra las murallas en todo su esplendor, así como la entrada del acueducto a la ciudad, detrás del edificio de correos.
Al construirse la Plaza del Ángel se destruyeron las murallas para levantar el Hotel Suizo entre las calles de la Llibreteria y la nueva de Jaume I. A excepción de esta manzana y la de la fachada de la catedral lo demás esta encerrado entre viviendas medievales, barrocas y decimonónicas. Los tramos visibles están a ambos lados de la catedral pues claramente se ven las torres en las casas de la Pia Almoina, la casa de l'Ardiaca con su palmera de siglos y la única puerta y patio renacentistas de verdad de la ciudad, así como los restos del acueducto romano y el Palacio Episcopal con su magnífico patio románico.
Poco a poco se van liberando las murallas de las construcciones que le fueron siendo adosadas posteriormente a lo largo de la historia.
Hasta la altura del camino de ronda la muralla fue rellenada con mortero y piedra, utilizando frecuentemente restos de monumentos anteriores, lo que ha proporcionado un rico material artístico y arqueológico.
Nuestro amigo Jordi Pedrla nos ha preparado el siguiente itinerario: Desde los dos torreones de entrada a la calle del Obispo, la muralla sigue por la calle de la Palla, donde hay un tramo ganado en los anos 80 que sirve de pequeño patio detrás de una reja moderna. El itinerario continúa hasta la plaza del Pi, donde torcemos en dirección a la calle de la Boquería, que termina en la calle del Call o judería, que a su vez era la puerta de entrada a Barcelona desde el suroeste. El Call termina en la plaza de Sant Jaume, donde se encuentra el Palau de la Generalitat. Continuamos hacia el mar por la calle Avinyo (calle de prostitución portuaria que inspiro Les Demoiselles d'Avignon de Picasso) hasta el edificio del Bolsin, donde volveremos a torcer 90 grados hasta encontrar la calle Ciutat, que representa la puerta sureste de la ciudad, o puerta del Mar. Siguiendo en línea recta entramos en la calle del Correu Vell, detrás del actual palacio de Correos, donde puede verse otra plaza-patio de dimensiones considerables con un tramo de muralla en todo su esplendor. Al girar por la calle del subteniente Navarro puede verse lo único que se consiguió hacer del gran plan de Federico Mares para mostrar toda la muralla. Varias reconstrucciones y retoques permiten ver la mayor superficie de murallas hasta la plaza del Ángel. La calle del subteniente Navarro sigue a la Vía Layetana, abierta en el año 1909 para conectar el Ensanche con el Puerto. Después de la plaza del Ángel, donde la puerta romana y sus torres desaparecieron, entramos en la plaza de Ramón Berenguer con la vista más hermosa, dramática y espectacular de las murallas romanas retocadas con las construcciones de la capilla real de Santa Agata y el Palacio Real Mayor. En el foso a cielo abierto se ve la necrópolis romana. A la vuelta de la esquina volvemos a estar en la Avenida de la Catedral.
Está protegido por la declaración genérica del Decreto de 22 de abril de 1949 sobre la protección de los castillos españoles (BOE núm. 125, de 5 de mayo de 1949) y por la Ley 16/1985, de 25 de junio, de Patrimonio Histórico Español (BOE núm. 155, de 29 de junio de 1985).
MonumentalNet agradece la colaboración de Joan Carles Vilalta i Serrano, Jordi Pedrola, Eduardo Argote Fraile, Luis Carlos Gargallo Martínez, Luis Puey Vílchez, Oriol Miró Serra, Ramón Sobrino Torrens, Santiago López-Pastor Rodríguez