El Castillo de Jorba se encuentra sobre un pequeño cerro llamado de la Guardia, dominando la localidad del mismo nombre, en la comarca del Anoia de la provincia de Barcelona.
Se puede acceder fácilmente a sus restos desde las casas más altas del pueblo. Un camino que rodea la ladera del cerro donde se asienta lleva, tras unos 5 minutos caminando, a los pies de la milenaria fortaleza de la Marca.
A comienzos del siglo IX, un siglo después de la llegada de los musulmanes a la península Ibérica, y tras largos años de luchas y enfrentamientos, se constituyó la llamada Marca Hispánica, una zona fronteriza entre los musulmanes del emirato de Córdoba y los cristianos del reino franco. Las tierras catalanas pasaron a formar parte de este territorio de frontera, y organizadas por el imperio Carolingio en condados gobernados por condes.
Para garantizar su frontera meridional frente a los musulmanes, los condados catalanes construyeron entre los siglos IX y XI, y reaprovecharon otros musulmanes, una amplia red de castillos, atalayas y torres de defensa por toda la Marca, fortificando con más de cien castillos un territorio muy extenso que se extendía desde Barcelona hasta el Pallars, en tierras de Lérida. Así nacerían los castillos de frontera catalanes. La Marca quedó estabilizada durante tres siglos en torno al Llobregat, Cardener y la sierra del Montsec. A mediados del siglo XI, con la disgregación del Califato de Córdoba en los diferentes reinos de taifas, los condados catalanes pasaron a ser territorios de avanzada y conquistadores.
Los castillos de la Marca, emplazados casi siempre en lugares fuertemente estratégicos, ya sea sobre cerros que dominaban extensos territorios, controlando los caminos a las principales poblaciones, situados en medio de los valles que daban a las ciudades o pueblos, dominando las poblaciones o el curso de los ríos de la frontera, contaban siempre con fortificaciones cercanas complementarias que se apoyaban entre sí, constituyendo un eficaz sistema defensivo del territorio catalán en la Edad Media. Actualmente se conservan un gran numero de ellos, muchos están en ruinas, otros han sido muy transformados, y muchos oros han desaparecido.
En el siglo XI, el condado de Manresa controlaba un extenso territorio que abarcaba Manresa hasta cerca de Lérida. Para defender las tierras que se iban ganando a los musulmanes, se fueron levantando numerosas fortificaciones y reaprovechando otras musulmanes, formándose así la línea defensiva fronteriza del Anoia, en la Marca Manresana, que llegaba hasta la comarca de la Segarra, en tierras de Lérida.
La mayoría de las fortificaciones estaban comunicadas entre sí de un modo u otro, o bien visualmente, o mediante señales de humo o fuego, para alertar de posibles ataques o incursiones sarracenas. Más adelante, cumplirían doble función, además de la defensiva. Desde la extensa red de fortificaciones levantadas en las tierras del Anoia, se intentaría con el tiempo reconquistar nuevos territorios a los musulmanes.
Jorba ya es citada en el siglo X (978), al igual que su castillo.
La fortaleza de Jorba, por su cercanía al río Anoia, formó parte de las fortificaciones de frontera de la Marca Hispánica, en la línea defensiva del Anoia. Compartía funciones defensivas en esta zona fronteriza con con los cercanos castillos de Rubió al norte, la Torre Manresana de Els Prats de Rei o Calaf, también al norte aunque en posición un poco más alejada, con Miralles, Queralt y Tous al sur y, en posición más atrasada, ligeramente al sureste con el castillo de Montbui, y al este con Odena, el poderoso de Claramunt o Castellolí, entre otros. Contaba al oeste, en situación más avanzada, con el apoyo y ayuda de Argençola.
El castillo de Jorba fue muy reformado a lo largo de los siglos. Se sabe que el primer barón fue Guerau de Jorba, consejero del Ramón Berenguer IV y de Alfonso I. Por matrimonio de Gueraua de Jorba con Guillem de Cardona la baronía se incorporó a la casa de Cardona. En el año 1444 fue comprada por Manuel de Rajadell. También por matrimonios la baronía de Rajadell pasó a la de Ponts, luego a la de Salvà marqueses de Vilanant, a Pont-Lopez de Mendoza condes de Robres, más tarde a los Abarca de Bolea condes de Aranda, los Hixar condes de Guimerá, y finalmente a los industriales Muntadas i Campeny.
En la guerra civil catalana 1462 y 1472) el castillo de Jorba estuvo en poder de la Generalitat. Caería en manos realistas en el 75 del mismo siglo.
Durante la primera guerra carlista, el castillo de Jorba sirvió de cuartel a los liberales, siendo volado por completo, junto con su capilla, en 1840.
El castillo de Jorba está formado por un pequeño recinto de planta irregular situado sobre un cerro al borde de un barranco por varios de sus flancos.
A lo largo de los siglos fue muy modificado y transformado. Actualmente en ruinas, los restos más significativos se encuentran en el lado que da a la localidad. Se conservan importantes fragmentos de muros de sillar y bastante grosor, que pertenecerían a la muralla.
Ya en el recinto, en la cima del cerro, es poco lo que puede verse. Apenas restos de muros por los alrededores, una torre de planta circular medio en ruinas y de baja altura situada en uno de los extremos del recinto (el opuesto al pueblo), y restos de un muro estrecho de poco más de dos metros de altura, que podría ser de otro torreón o fortificación de intramuros.
Desde su ubicación pueden verse la localidad de Jorba y las tierras del Anoia, tierras fronterizas con al-Ándalus hace más de mil años.
Se encuentra en estado de ruina consolidada. Se han llevado a cabo trabajos de limpieza, consolidación y restauración de las ruinas.
Está protegido por la declaración genérica del Decreto de 22 de abril de 1949 sobre la protección de los castillos españoles (BOE núm. 125, de 5 de mayo de 1949) y por la Ley 16/1985, de 25 de junio, de Patrimonio Histórico Español (BOE núm. 155, de 29 de junio de 1985).
MonumentalNet agradece la colaboración de Guillermo Kumerz, Iván Mónico Fernández, Luis Puey Vílchez, Oriol Miró Serra